La rocambolesca vida del hombre que descubrió Las dos Españas

La rocambolesca vida del hombre que descubrió Las dos Españas

Por Manuel Alvargonzález Fernández

Hace tiempo que me encuentro fascinado por la figura del gaditano Juan Van Halen Sarti (1788-1864), personaje histórico que aportó el tristemente célebre término de Las dos Españas, pero que es difícil de definir. Y resulta difícil porque en una época de turbulentas revoluciones y rápidos cambios se dejó llevar y se vio en los escenarios y posiciones más dispares. Así, de adolescente estuvo ya presente en la batalla de Trafalgar (1805) y poco después los terribles hechos del 2 de mayo de 1808 le alcanzaron en Madrid. Estalló a finales de ese mes la Guerra de la Independencia (1808-1814) y Van Halen combatió en los primeros meses con el bando que se oponía a José Bonaparte, después cayó prisionero de los franceses y se sumó a sus filas con la condición de que no tuviese que luchar en España contra compatriotas. Sin embargo, en los últimos meses de la contienda, decidió volver y arriesgarse a hacer labores de espionaje para las tropas que luchaban por el regreso de Fernando VII.

Y esto sólo fue el principio de una agitada vida aventurera. En sus 74 años de existencia Van Halen fue además conspirador liberal, fugitivo de la justicia de Fernando VII, oficial del ejército zarista en el Cáucaso, militar de la España constitucional y revolucionario que tuvo una decisiva intervención en la independencia de Bélgica con respecto a Holanda en 1830. No le sacó a este último acontecimiento ningún rédito político, en cuanto liberó Bruselas organizó una buena fiesta en el palacio real en la que disfrutó de las mejores compañías y los más exquisitos vinos. Cuando la orgía llegó a su fin ya no tenía ninguna relevancia en el nuevo Estado, gente aburrida había tomado las riendas, pero que le quiten lo bailado.

Ya conocía de las simpáticas experiencias de este dandy alegre de la revolución, como le definió Pío Baroja, gracias a sus propias Memorias del coronel Juan Van Halen, publicadas en 1836. Hay que reconocer que fue, además, un escritor excepcional. A partir de este texto Baroja publicó a comienzos del siglo XX su Juan Van Halen, el oficial aventurero. El vasco confesaría que, si no estuviese a esas alturas harto de escribir novelas de aventuras, eso es lo que habría escrito del oficial gaditano. Reconocía que le atraía un personaje que, al contrario que la élite de la segunda mitad del XIX, era pura energía y por eso sería recordado.

Sin embargo, había muchos puntos oscuros en la vida de este Alcibíades de la revolución española. Por ejemplo, cuando en 1815 se le condenó a muerte por participar supuestamente en una conjura contra la vida de Fernando VII, considerando algunos, y Van Halen el primero, que le estaban relacionando de formar parte de la misteriosa Conspiración del Triángulo, la cual tenía por objeto secuestrar al rey e incluso, si se resistía, asesinarle. Pero los partícipes de este acontecimiento pensaban actuar en febrero de 1816 y no fueron detenidos hasta ese momento. Existían también muchas lagunas fundamentalmente acerca de los servicios prestados por Van Halen, conspirador liberal en 1817, al autocrático zar Alejandro I en 1819, quien le destinó al Cáucaso.

Afortunadamente, conocemos mucho mejor ahora esas tinieblas gracias a la reciente investigación de Antonio Alemparte Guerrero, Tras los pasos de Juan Van Halen Sarti (Foro para el Estudio de la Historia Militar de España, 2018). Esta obra tiene bastantes puntos fuertes. Así, gracias a su control del idioma, el autor ha consultado varios archivos en Rusia a la búsqueda del gaditano. Pero Alemparte Guerrero conoce también profundamente el país. La narración está nutrida de constantes anotaciones sobre la historia del zarismo y las regiones caucásicas, así como de las propias experiencias personales del autor, que inicia su particular aventura tras los pasos de Juan Van Halen.

El Van Halen de estas tres muy recomendables obras es un ser camaleónico, obligado siempre a adaptarse a un mundo cambiante en el que un paso en falso bien podía costar la vida. De hecho, no se libró de ser torturado en las celdas del tribunal de la Inquisición en Madrid.

Pero, por encima de todo, fue un amigo de sus amigos, por ellos arriesgó su vida y jamás olvidó un favor. Comenzó a conspirar por compromiso con el conde de Montijo, que le había salvado de una muerte segura en 1815. En 1817 soportó torturas terribles, pero en su informe de prisión, guardado en el Archivo de Palacio, el juez señaló desesperado, “me merece el concepto de que no descubrirá a sus hermanos, aunque pague por todos”. Y el inquisidor Castañeda reconocería que si no se hubiese escapado entonces le habría esperado el patíbulo. Sus dos opciones habían sido delatar a sus compañeros de conspiración, morir o escapar; optó por la tercera. Se fugó gracias a la ayuda de la chica que limpiaba las celdas, llamada Ramona. Cuando a Fernando VII le dijeron que el gaditano había desaparecido y no lo encontraban por ninguna parte su reacción fue una sonora carcajada. Y es que Van Halen era un tipo divertido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio